Muchos conoceréis a los dioses del atletismo: los corredores
keniatas.
Se dice que son buenos por genética, que es algo que viene
‘porque sí’. Allá en Kenia, el deporte rey es correr. Todo se basa en correr.
Muchos europeos viajan a Iten y ciudades ‘mecas’ del atletismo, para instruirse
entre los mejores ultra-fondistas del mundo. Se dice que son grandes corredores
desde que una hambruna arrasó todo el ganado, hace ya muchos años, y tenían que
perseguir a la presa corriendo. Corrían para comer. Desde entonces se les
empezó a llamar los antílopes.

Quizá otro secreto sea la alimentación. Su dieta se basa en una dieta pobre pero con muchos nutrientes para el cuerpo.
También muchos hablan que el secreto está en la altitud por
la que corren, Iten, por ejemplo, por encima de 2000m. A una mayor altitud, el
aire contiene una menor cantidad de oxígeno, por lo que si el cuerpo no
reaccionara, a los músculos se transportaría menos oxígeno. Sin embargo, la
naturaleza es sabia y al percatarse de la falta de oxígeno, el cuerpo lo
contrarresta y empieza a producir la hormona conocida como EPO (eritropoyetina
endógena) con la consecuencia de que en la sangre se incrementa la cantidad de
glóbulos rojos y cuyo resultado final se traduce en que se transporta un mayor
oxígeno a los músculos. Esta “cantidad” extra de serie roja en la sangre puede
durar varias semanas en tu cuerpo, por ello cuando vuelves a bajar y sólo si
has entrenado correctamente “arriba”, puedes hacer unas mejores marcas en las carreras que corras mientras te dure el efecto de la altura en
la sangre.

La vida en Kenia consiste en sacrificar todo por correr, o
por ¿vivir? Además desde que son pequeños tienen muy buenos modelos y esos los motiva a imitarlos y
seguir para adelante.
Yo no sé cuál serán todos los secretos, pero yo sé uno,
SACRIFICIO.
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